En el lugar de la fuente termal, alguna vez hubo termas romanas de grandes dimensiones, con estatuas y objetos antiguos encontrados. A mediados del siglo XIX, el habitante local Stoencho Gruelou organizó la construcción de un baño para las necesidades de higiene de la población local. El agua en la zona brota a una temperatura de 54 grados Celsius, pero su alto contenido de flúor y arsénico la hace inapropiada para beber. Sin embargo, esta es la razón por la cual, en términos curativos, es una de las aguas termales más beneficiosas de toda Europa. El agua es adecuada para el tratamiento de enfermedades del sistema musculoesquelético, enfermedades neurológicas y afecciones cutáneas.